viernes, 27 de marzo de 2015
JUEGOS TRADICIONALES INFANTILES VALENCIANOS
EL TRES EN RAYA
Para jugar se dispone de un cuadro trazado en tierra. Tienen que participar únicamente dos jugadores. Cada uno dispone de tres piedras y las va colocando en orden sucesivo en el cuadro.
EI objetivo consiste en que cada uno consiga alinear las tres piedras en la misma raya. Se requiere participar con atención, ya que cada jugador intenta engañar a su oponente, intercalando sus piedras entre las de la otra, evitando por todos los medios que el contrincante coordine el tres en raya.
Cuando, al final, uno de los dos lo consigue, exclama: “¡tres en raya como una paja!”
DESTAPAR LA OLLA O JUGAR AL ESCONDITE.
Es una variante del tradicional “conillets a amagar” (conejitos a esconderse). El juego empieza eligiendo al jugador que debe pagar.
Se traza una raya en la pared con tiza, de unos dos metros de longitud. El que paga se vuelve de cara a la pared y cuando se dice “¡Ya!”, empieza a contar hasta veinticinco, mientras los demás jugadores corren a esconderse. Cuando el que paga termina de contar, empieza a buscar a los compañeros que se han escondido. Si en un momento de distracción uno de los que se han escondido sale de su escondite y se dirige a la raya sin que el que paga lo descubra, se considera que ha “destapat I’olla” (destapado la olla), diciendo: “Destape I’olla que està bullint, vint i vint”(destapo la olla que está hirviendo, veinte y veinte), al mismo tiempo que da unas palmadas en la pared. Si tal cosa sucede, vuelve a pagar quien lo hacía; si no, paga el jugador que ha sido encontrado en primer lugar en su escondite.
EL RATÓN Y EL GATO
Las niñas estaban sentadas en el suelo formando dos círculos concéntricos. Una de ellas hacia de gato y perseguía alrededor del círculo a otra que hacía de ratón. La única escapatoria para el ratón consistía en colocarse delante de una de las dos que estaban sentadas formando el corro. De este modo, la que estaba detrás tenía que levantarse y echar acorrer, haciendo entonces de ratón y siguiendo el juego con ella, hasta que el gato lo atrapase. Cuando esto sucedía, el gato dejaba de actuar como tal y salía otro niño a realizar sus funciones.
LA LLUNA, LA PRUNA
Era un juego en que los niños cantaban la siguiente canción, bien dando vueltas en corro o bien cogidos de la mano en fila.
La lIuna, la pruna,
vestida de dol,
sa mare Ii pega,
son pare no vol.
Xim, xim, borrello,
campana de fusta
i batall de segó
LA PAELLA TIZNADA.
Era una diversión popular que se celebraba en el transcurso de las tradicionales fiestas de cada calle.
Consistía en tratar de coger con la boca una moneda que se había pegado en la base de una paella que colgaba de una cuerda. Los que intentaban despegarla se ensuciaban la cara y raramente lo conseguían.
LAS AGUJITAS.
Este juego estaba antiguamente muy de moda entre las niñas, mientras los niños jugaban a saltar.
Llamado también “El juego del once”, consistía en ir sacando sucesivamente cartas de una baraja hasta que salía el número once, y la jugadora que lo conseguía ganaba. Se llamaba “de las agujitas” porque las jugadoras hacían apuestas con agujas de diversos colores. Normalmente cada niña tenía un cojín de agujas, y en este juego podían apreciarse las posibilidades económicas de cada grupo; las niñas de las familias más acomodadas jugaban con una baraja o con cromos de pastillas de chocolate, mientras que las más pobres jugaban con sencillos cartones con dibujos.
EL FENDRI.
Llamado también juego de cartones, consistía en lanzar cartoncitos con dibujos impresos dentro de un círculo trazado en tierra. El objetivo era golpear unos cartones contra otros con el fin de hacerlos saltar y sacarlos fuera del círculo. Quien lo conseguía, los ganaba para él.
EL MOSCARDÓN.
Intervenían tres jugadores. Se colocaban en fila, de modo que el del centro hacia de moscardón, y con la boca emitía un sonido que imitaba al del moscardón. Mientras así lo hacia, los otros dos se cubrían la cabeza con las manos, ya que el moscardón tenia la misión de pegarles cuando se distraían.
FAVA
Este juego consistía en saltar sucesivamente unos chicos sobre los otros. Se organizaba de manera que uno de ellos, el que hacía de mula se colocaba a una determinada distancia de los demás agachados y con la cabeza inclinada. Los otros estaban preparados para saltar varias veces sobre él, estableciéndose un pequeño diálogo entre los que saltaban y el que hacía de mula, que era el siguiente, con las variaciones correspondientes a cada población:
A la una, la mula
A les dos, la cos.
Ales tres de taleca limpia i de cameta.
A les quatre de lleial.
A les cinc, el brinc.
A les sis, pastís, pasterà i culà.
A las siete, pongo mi caperuchete,
A les huit, l’arrós està cuit.
A les nou, de torero en dos mans.
A les deu, de lleial.
A les onze, de torero en una mà.
Ales dotze, a buidar olles.
Y, puesto que se había determinado dónde tenían que ir a “buidar olles”, hacia allá que se iban todos corriendo. El último que llegaba al lugar en cuestión y volvía donde se jugaba a la mula, pagaba y se convertía en mula de la vez siguiente.
ANTERES.
El juego se realiza más o menos como el juego de la mula. Consistía en ir saltando sucesivamente, todos los jugadores, sobre el jugador que pagaba, la mula, y que se había situado junto una raya trazada en tierra.
Cuando todos habían saltado, la mula se desplazaba dando un paso largo que se media con la pierna alargada y un pie de través, como en la letra T. Así se iba alargando la distancia, de modo que, cuando era excesiva, los jugadores la podían salvar con dos saltos, siempre que se descansara dos veces con el mismo pie. Cuando uno de los que participaban no podía salvar la prueba, pagaba y hacía él de mula.
“L’ESPARDENYA”
Las niñas, sentadas en tierra, formaban un corro. La que pagaba giraba alrededor de las otras por el exterior del corro con una zapatilla en la mano, mientras las otras permanecían quietas, con los ojos cerrados y la cabeza inclinada. En esta situación, la jugadora que pagaba colocaba la zapatilla detrás de alguna de las otras sin que ésta la viese, la cual, al darse cuenta, tenía que levantarse y correr tras la otra con la zapatilla en la mano con la intención de tocarla.
Mientras tanto la que pagaba tenía que ir corriendo a sentarse en un lugar vacio del corro, con el fin de evitar que la futura pagadora la cogiese.
Cuando la que pagaba colocaba la zapatilla detrás de alguna niña, se cantaba:
A la zapatilla por detrás, tris, tras
Ni la ves ni la verás, tris, tras
Mirar hacia arriba
Que caen judías
Mirar hacia abajo
Que caen garbanzos…
¡A dormir, a dormir que vienen los reyes magos!
¿A qué hora?
Y según la hora que decían se contaba hasta ese número y se quitaban las vendas de los ojos.
EL GAMBERET.
Era un juego que las niñas llevaban a cabo con la colaboración de sus madres, las cuales confeccionaban un “gamberet”, que era una malla de lana, hecha de modo que las niñas colocaban dentro una pelota y la hacían saltar con los movimientos adecuados.
CIENPIES.
Se colocan seis o siete niños sentados en fila, con las piernas abiertas, unos detrás de otros, muy juntos. Cuando se indica, todos a una han de volverse lentamente hacia la izquierda y quedarse con las manos tocando el suelo y con las piernas sobre el compañero de delante. Solamente el último niño puede descansar en el suelo las manos y los pies al mismo tiempo. Después deberán girarse todos a la vez hacia la derecha, y avanzar sin separarse. Se trata de imitar, efectivamente, los movimientos de un ciempiés. Los primeros intentos resultan costosos, pero cuando lo consiguen, pueden avanzar un rato sin deshacer la formación.
EL PARE CARABASSOT O LA MARE CARABASSETA.
Pueden jugar todos los que los que deseen. A cada jugador le corresponde un número. EI que empieza, lo hace diciendo:
“Al corral de ma tia Sabonera hi ha tres carabasses.”
Entonces el número tres pregunta:
“Com tres?”
Y el que había empezado debe contestar:
“Què quantes?”
Entonces el del número tres debe responder inmediatamente citando a otro jugador por su número:
“Set”’
Y el jugador que tiene el número siete, que se siente aludido, debe intervenir inmediatamente preguntando al del número tres:
“Com 7?”
Y el del número tres: “Què quantes?”
Y el del número 7: “Nou”:
Y el del número 9: “Què quantes?”
Y así sucesivamente. Paga una prenda el jugador que titubea o el que se equivoca. Al final del juego, en el momento de recuperar las prendas, los jugadores deben llevar a cabo los determinados encargos o penas que les impone el “Pare Carabassot” o “la mare Carabasseta”.
ESTIRAR LA CUERDA.
Dos equipos de jugadores más o menos equilibrados se sitúan en los dos extremos de una cuerda gruesa, en cuyo centro se ha anudado un pañuelo o cualquier otra señal, y en el suelo se ha trazado una línea que sirve de separación de los dos campos. Tras un aviso determinado, cada uno de los dos equipos estira hacia si dicha cuerda con fuerza, tratando de atraer hacia si al equipo contrario. Gana el equipo que consigue que el otro pase de la raya.
¡CHURRO VA!
Juegan dos equipos. El que paga forma un grupo que se coloca en fila, de modo que la cabeza del de detrás se situé entre las piernas del de delante, hasta llegar a formar una especie de caballo largo.
El primero de la fila pone su cabeza junto a una pared, o junto a una reja. Pero entre la pared y el primero de la fila se suele poner un ayudante que hace la función de colchón.
Los del equipo contrario saltan sucesivamente sobre las espaldas inclinadas de los que pagan. Si no caen en tierra, el primero dice:
“Ahí va el carro, la burra i el amo”.
Van saltando todos, procurando hacerlo con fuerza con el objetivo de desequilibrar a los que pagan, saltando incluso unos sobre otros. Cuando el último ya está sobre la fila, pregunta, mientras indica con la mano derecha las tres partes del brazo izquierdo (la mano, el antebrazo y el codo):
“Xurro, mediamanga, mangotero, dime lo qué es”.
Si los de abajo aciertan de qué parte se trata, pagan los que saltaban. Si no, continúan pagando los de abajo. Si los que hacen de caballo caen antes de que les formule la pregunta, vuelven a pagar. Pero si son los de arriba los que se caen, son ellos los que pagarán.
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